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EL CAVIAR

  • loboestepario0
  • 2 jun 2021
  • 4 Min. de lectura

El caviar, proviene de las hueveras del pez esturión, especie originaria de los ríos y lagos del este de Europa y centro de Asia, que se destinan al consumo humano.

De las veinticinco variedades existentes de esturión, tres de ellas se pueden capturar en el mar Caspio: Beluga, Sevruga, y uosiotr (esturión ruso, su caviar se denomina osetrá).

También existen sucedáneos hechos a base de hueva de otros pescados (lumpo, bacalao, salmón o mújol) a las que se le agrega el color negro. Como es un producto 'raro', alcanza altos precios, de modo que su consumo se restringe a los más pudientes. Desde principios del siglo XX, se convierte en un aperitivo característico de la aristocracia y los burgueses más encumbrados. Es el emblema de una vida de lujo y refinamiento. El caviar se convirtió en un elemento de distinción y buen gusto en las mesas de las clases sociales más altas de occidente tras la Revolución rusa de 1917.

Consume caviar quien tiene dinero de sobra y no está interesado en el precio de las cosas, pues lo que más le interesa es darse gusto en todo lo que puede; en este caso, explorar el mundo de los sabores. El caviar simboliza, pues, un estilo de vida frívolo y elitista, donde pasarlo bien es lo único que importa. Es decir, un mundo decadente, sin vocación social, que no tiene más ideal que la satisfacción de sus sentidos.

En la década de 1,980 aparece en Francia el término “gauche caviar” o “izquierda de salón”, para referirse, crítica y peyorativamente, a los miembros de una izquierda que no está realmente comprometida con lo que predica. Es decir, un grupo humano que pretende identificarse con los pobres y la defensa de sus derechos. También hacen gala de valores democráticos y ”progresistas”, pero en la realidad viven atrapados por la frivolidad de una vida glamorosa y refinada. se aprovechan de los pobres que en su nombre y so pretexto de defenderlos, especialmente vía ONGs reciben ingentes sumas de dinero que lo usan para su provecho y cuando llegan al poder esquilman las arcas fiscales para enriquecer a su cofradía, a través de consultorías, asesorías y demás prebendas, mientras que los pobres siguen siendo pobres, por el contrario, con sus acciones hacen posible que la pobreza se mantenga o se incremente al sabotear la inversión privada, generadora de riqueza, empleo y desarrollo. Se puede colegir que para los caviares es muy importante que exista la pobreza, porque en su nombre viven en lugares exclusivos, viajan por el mundo en primera clase se alojan en hoteles 5 estrellas, etc y etc.

En el Perú, Según la lingüista Martha Hildebrandt "se moteja de izquierda caviar a la que sabe vivir como aristócrata, pero saca provecho de un supuesto compromiso social". Y a decir del periodista Luis García Miró E (Diario Expreso 14-07-2013). “Los caviares son una auténtica plaga. Constituyen un clan infernal que se retroalimenta de sus propias pasiones, fobias, rencores y miedos. Son una ralea doble estándar con sangre de horchata. Apenas abre el día, prestan oídos a sus propias declaraciones de la víspera, amenizadas y reafirmadas por sus pares que, a través de las redes, exacerban y aderezan a la ene lo que antes comentaran sus brothers. Con pasmosa puntualidad, amanecen cada día en huachafoides depas sanisidrinos, miraflorinos o molineros, prestos a inmolarse por su rutina chismográfica y vitriólica destinada a enlodar y fulminar a quienes consideran en sus antípodas. Sufren al momento de dejar la cama, pero son conscientes de que perderán el turno, si no llegan a tiempo a la radio o a la televisión para el programa de “la mañana”. No alcanzan a redondear las diez horas de sueño porque la noche anterior la pasaron en algún debate televisivo que acabó en una cena en La Gloria, Rafael, o algo por el estilo, seguida de puosse cafes en un bar de moda por cortesía de los tontos europeos que financian a sus oenegés disfrazadas de templos de la democracia, el medioambientalismo o la madre que los parió. Cogen su Iphone, Ipad y demás adminículos de avanzada y salen raudos en sus 4 x 4 rumbo a alguna estación donde repetirán el mismo discurso de la víspera, aunque estofado con nueva terminología contemporánea, siempre churrigueresca. A ver, ¿a quién demolemos hoy?, es la pregunta de rigor entre esta mancha de necios. La lista es corta y la respuesta sencilla. A los sospechosos de siempre: a los abusivos, corruptos, fujimoristas, groseros, energúmenos, explotadores derechistas de toda la vida. A ellos hay que clavarles cualquier estigma, mentira que repetirán hasta que, al más puro estilo de Goebbels, se vuelva verdad: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”. “Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil”. “Cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá”.

Los caviares acabarán su agotadora jornada matinal recorriendo diarios, radios, tv, y zarparán prestos con ruta al Central, a Pescados Capitales, a La Mar, a Los Bachiches o al Paseo Colón, decididos a almorzar otra panzada por cuenta de sus ingenuos financistas del primer mundo. Tras la siesta, una nueva concertación vía redes sociales los llevará a cargar baterías contra algún políticamente incorrecto a quien crucificarán en los programas radiales y televisivos de la noche, antes de una grotesca, agotadora comilona en algún restaurante de cinco tenedores donde celebrarán la faena con una copa del pisco más caro –no el mejor– y alguna otra huachafada. Desde ahí regresarán ya exhaustos –aunque satisfechos por el deber cumplido– directamente al sobre en su cómoda y cursi vivienda en un barrio chic. ¿Algún día se darán cuenta los mensos europeos que su dinero no llega a los pobres sino que va directamente a los bolsillos de unos zánganos parasitarios?”


 
 
 

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